Las razones son múltiples. Mucho tiene que ver con que me toca ver muchos casos en las redes y en los medios de gente viviendo situaciones extremas que no tiene a qué echar mano y que necesita asistencia. Obviamente que todos los psicólogos de la argentina no bastarían para atender la epidemia. Se necesitan acciones políticas. Pero al menos creo que una persona que busca puede encontrarse con una recomendación que si le sirve o no dependerá de su propio empeño y su capacidad de adaptarse a una sociedad que es psicológicamente téxica. |
Veamos la depresión: crea el trabajador perfecto. Una persona depresiva, y esto está confirmado por recientes investigaciones en psicología cognitiva, es el trabajador más esforzado. Hace una alocación de recursos excesiva y entregará su mejor esfuerzo para terminar un trabajo. A diferencia de una persona que se siente bien. Por otra parte, no protestará ante el destrato, ante la pérdida de derechos o ante condiciones laborales injustas. Pensemos cuantas condiciones laborales requieren este tipo de trabajadores.
Por otra parte tenemos el otro lado del espectro: las personas angustiadas. Por lo general estas personas se sienten impotentes y la vivencia de angustia se siente ante la imposibilidad de saber por dónde vendrá el próximo golpe o qué hacer en caso de que se produzca. Impotencia e incertidumbre. Esos son los dos grandes disparadores de la ansiedad. ¿Qué produce este cuadro? En general produce dos tipos de respuesta: evasión o parálisis. La evasión la podemos ver en miles de comportamientos de escape a videos; memes; maratones de películas; noticias triviales; comida en exceso o consumo en exceso.
La parálisis la podemos ver en la adhesión ciega a una rutina que a veces se siente sin rumbo o vacía. Y el miedo a moverse del lugar en que se está por muy negativa que se perciba esta situación.
Ni que decir lo fantástico que le viene esto al poder tener gente desmovilizada. ¿Quién es el mejor aliado de este esquema? Los medios, sin duda.
Hay para mí un ejemplo fantástico que explica esto desde la neurobiología observando el comportamiento de la mosca drosófila (la famosa mosca de los frutos. No sé por qué eligieron está en particular) .
Si la ubican en un tubo oscuro y la liberan. La mosca busca la luz en la salida del tubo. Sale volando y se va. Esto es así por el fototropismo natural de los insectos voladores. Volar es ir hacia arriba, hacia la luz del sol que los aleja del suelo y del peligro de los depredadores. ¿Qué pasa si a la mosca se le cortan las alitas? En este caso la mosca suprime su impulso natural de ir hacia la luz y se queda quieta dentro del tubo.
La mosca se siente impotente e incapaz de hacer nada, lo mejor que puede hacer es quedarse paralizada, aún en una situación tan desastrosa como en un tubo oscuro donde podría atacarla un depredador.
Aunque pueda parecer algo excesivo casi todos los seres vivos compartimos los mismos circuitos neurales con estos seres más primarios. Y el comportamiento humano, en sus raíces más primitivas, no difiere demasiado de este patrón:
Si el individuo se siente fuerte tratará de luchar ante una situación adversa. Si no se siente lo bastante fuerte tratará de evadirse. Si se siente absolutamente impotente se paralizará para optimizar sus posibilidades de supervivencia. Tal vez el depredador lo pase por alto y ni lo note.
Pero nosotros somos organismos evolucionados, se me dirá. Sí, lo somos. Pero en una situación de estrés, depresión o angustia no tendemos a reaccionar con nuestras funciones más elevadas sino que se activan los mecanismos cerebrales más primitivos. Que no evolucionaron precisamente para enfrentar las dificultades de una sociedad capitalista industrial.
¿Se puede revertir esta situación? Sí se puede, hay miles de recursos psicológicos para superarlos. Es lo que yo tengo y que yo conozco, pero como decía en el principio de este artículo. No es función de las ciencias del comportamiento humano, no debería serlo, el emparchar el daño causado por una sociedad que es tóxica en sus bases.
Sin dudas la participación democrática y la acción política es el camino más idóneo. Y para ello las herramientas de la psicología social, en particular las teorías de la influencia de las pequeñas minorías. Que indica que cualquier acción política por ínfima que pueda parecer, si es consistente y sostenía a lo largo del tiempo genera efectos impensados sobre las mayorías. Por lo mismo creo que es valioso expresar opiniones, para eso tenemos las redes. Pero eso es materia, sin dudas, de otro artículo.
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